Conocí al Padre
Isidro Farrés, allá por mediados de los años 1970 en su "casa
capilla" situada en lo que
hoy es el colegio parroquial, lo recuerdo en una
vieja habitación,
con las paredes revestidas con papel de diario, salpicadas
con gotas de agua,
producto de la humedad» y también, alguna cucaracha
corriendo sobre la
superficie de estas.
La habitación
estaba dividida por un ropero, los costados del ropero
oficiaban de
pasillos, hacia la otra mitad de la habitación. En la parte trasera
del ropero estaba la
cama del Padre Isidro, en la parte delantera del ropero,
una vieja mesa
oficiaba de "escritorio", recuerdo haber pensado, como podía
vivir este
sacerdote, y el otro que oficiaba de párroco, José Padrós, en
semejantes condiciones. Estas primeras
impresiones, me hicieron valorar, el
empeño y la
vocación de estos hombres, venidos del otro lado del océano,
para cumplir con el
mandato de ".. .id y predicad...".
Tal vez algún memorioso, piense que
exagero, o no lo recuerde, a mi no me
lo contaron, yo lo
vi, y fue el primer recuerdo que tengo de él. Estos
admirables
sacerdotes, soñaban con levantar un templo y de a poco, como
decía el Padre
Isidro "con la promesa de los ricos y la limosna de los pobres"
fue haciéndose
realidad.
Recuerdo el
encofrado de madera, de la que seria la casa parroquial, los
caños metálicos por
los cuales pasarían los cables eléctricos, este trabajo lo
realizo
"ad-honorem" Gonzalo Díaz, empleado de SEGBA y ya en presencia
del Señor.
Recuerdo vagamente,
muchos feligreses de
la parroquia, trabajando
afanosamente, en
el sueño de la
construcción del Templo de
María
Inmaculada,
recuerdo también algunos de aquellos sacerdotes catalanes,
entre los que se
encontraba el Padre Isidro, que venían a estas tierras,
trayendo su
juventud y su entusiasmo por predicar la Palabra.
Recuerdo al párroco
de aquel momento, José Padrós, que con su voz de
tenor, no
necesitaba micrófono para que su voz se escuchara en todo el
templo.
Después... aquel
terrible accidente, donde perdió la vida el Padre José
Roqueta; la renguera permanente del
Padre Isidro, por el estallido del fémur
de una de sus
piernas. La conmoción cerebral del Padre Juan, de la que
despertó una semana
después. Estaba yo junto a su lecho, en el Clínica San
José, al despertar
me miro y me pregunto que hora era, le respondí, "las 10
de la mañana",
se sentó en la cama, e intentó levantarse diciendo: "...se me
hace tarde, tengo
que ir con los chicos de campamento"
En aquella trágica
noche, el templo de María Inmaculada, ofició de sala
velatoria para los
restos del Padre Roqueta.
Cuando el padre José
Padrós retornó a España, el padre Isidro quedo como
párroco y siempre
fue su afán, hacer crecer la parroquia. El templo, el
colegio parroquial,
y los salones del fondo, fueron producto de su deseo de
aumentar las comodidades y los servicios
de la parroquia a la comunidad de
la zona.
Recuerdo que, charlando en una oportunidad, me dijo que si a las 3 de
la mañana, sonaba el timbre de su casa, y el que
llamaba, que era un hombre que deseaba el Sacramento de la Reconciliación",
él abandonaba el lecho y lo confesaba. Así
era el padre Isidro.
Un día, partió por pedido del Señor Obispo a la parroquia de Santa
Juana de Arco, podría haberse negado al pedido del Pastor, (y
este lo hubiera comprendido), pero fiel a su
voto de obediencia, con el corazón desgarrado, después de 28 años, dejo María Inmaculada para siempre, aunque siguió estando al tanto de lo que ocurría, en su querida
parroquia. Habría muchas cosas mas
para contar del Padre Isidro, a quien siempre considere un amigo, desde que nos conocimos y hasta el día de su
partida, hacia la Casa
del Padre, siempre estuvimos en contacto. 41 años son mucho tiempo y
muchos los recuerdos, que me unen al padre Isidro, como para poder volcarlos en unas pocas líneas.
Este siervo del Señor: Isidro Farrés Vilaró, forma parte indivisible
de María Inmaculada, y es para mí, un
retazo de mi vida. Que el Señor lo tenga junto a Sí, porque a El, dedicó toda
su vida.
HUGO
ROSSI